Y… Nadie Reclama
24 de octubre de 1984Mujer y Discriminación
28 de noviembre de 1984Contra parte del artículo anterior. Comentario de una lectora.
Este articulo plantea el cerrado circulo laboral que vence el femenino, aunque su perfil sea acorde a los campos laborales existentes el hombre socialmente encuentra muchas más puertas abiertas aunque su nivel de desempeño sea inferior.
“Los puestos de toma decisiones, de jefaturas, gerencia, dirección, están destinados para los hombres, ella conoce a muchos de ellos. Sabe, tantas veces, de su irresponsabilidad, otras, de sus limitaciones intelectuales, pero, aún así, los puestos codiciados los disfruta el graciosamente”.
NUNCA NOS HABIAMOS sentido tan absolutamente acordes con un planteamiento hecho a través de la prensa, como con el contenido del artículo "Y ... nadie reclama" de la Srta. María Cristina Capriles. Las preguntas que allí se hacen han martillado nuestro cerebro una y otra vez últimamente. Conduciéndose todas a la conclusión siguiente: No acabaremos en nuestro país con la "gran" corrupción, mientras aceptemos calladamente la pequeña corrupción nuestra de cada día. Y cuando decimos nuestra nos referimos no a que hayamos incurrido en ella; sino que nos hayamos sentido afectados por sus efectos con la beatífica tolerancia del Santo de Asís.
Es cierto lo que dice la Srta. Capriles. Tenemos que reaccionar. Mientras no lo hagamos nuestra democracia no podrá garantizar nuestros derechos ni brindarnos una verdadera justicia social.
Ahora voy a tratar de complementar el artículo del 24-10-84, con el esbozo de una de las causas por las cuales el venezolano es tan reacio a reclamar, a protestar, a denunciar. Por ejemplo: usted ha firmado un contrato con una Compañía X, la cual ha incumplido con varias de las cláusulas del mismo. Usted se dirige a la dependencia oficial encargada de recibir ese tipo de denuncias. La suya la lleva escrita en su mejor castellano, en máquina a doble espacio, con márgenes adecuados. Todo en regla aparentemente. Una vez frente a la taquilla, la recepcionista la mira con un desdén tan evidente, que le hace sentir un miedito por dentro de que algo no va a funcionar. Y no funcionó el papel blanco. Tiene que hacerse la denuncia en papel sellado. Que está agotado en todo Caracas. Un alma caritativa le explica que lo puede substituir por una estampilla fiscal de Bs. 1 en su blanco papel. Por fin ¡Introdujo la denuncia! Le dan su comprobante. Y se sienta a esperar. Si espera callada, la denuncia se diluye y esfuma entre las miles iguales o parecidas que se formulan a diario. Si llama y pregunta y averigua, la parte contraria lo acusa de ejercer "coacción" sobre el encargado del caso. Después de 1.000 llamadas telefónicas y 100 presentaciones suyas in situ, sentencian a su favor. Todos los datos que usted aportó eran correctos. Hubo estafa. Hay sanciones. Hay multas. Hay muchas cosas de las cuales la parte demandada se ríe porque sabe que nunca se las van a aplicar sino en el papel... Encima de todo, usted que ha sido atropellado en sus derechos, lo es también en su condición humana: su oponente al carecer de argumentos técnicos, legales y éticos con los cuales responder a sus denuncias, recurre al viejo y trillado método de descalificar al adversario por... "loco".
Y hasta aquí llega mi hipótesis de porque no reclama el venezolano en general; pero nosotros sí Srta. Capriles, con nuestra quijotesca locura a cuestas, seguiremos denunciando irregularidades y atropellos. Algún día triunfará la justicia.
Nora Bustamante
Fuente: Periódico el Nacional. Pág. A-6
9 de Noviembre de 1984