V Simposio Internacional Reflexión sobre Animación Cinematográfica
9 de septiembre de 2016¿Espectáculo o Reality?
9 de junio de 2019Fui a hacer una pequeña compra al Supermercado habitual. Estaba ya terminando cuando agarré dos litros de cloro y como me di cuenta que la tapa de una botella no estaba bien cerrada, la apreté, y decidí probar si cerraba bien la tapa de la segunda (a veces se me ha botado un poquito del cloro en las bolsas). Las botellas las tenía colocadas en la parte de abajo del carrito. Me agacho para alzarla, agarrándola justo por la tapa… esta se quedó en mi mano, la botella plástica se cae al suelo, y el cloro me salpicó hasta la cara, ¡¡¡CON LA SUERTE QUE TENÍA PUESTOS UNOS ANTEOJOS DE VIDRIOS GRANDES!!! Me mojó la cara, la camisa y el pantalón, que era negro, -ya cambió de color se puso marrón rojizo donde se mojó-... Mantuve los ojos cerrados todo el tiempo, sentí el cloro en el pómulo derecho, sabía que lo tenía sobre los vidrios y con los ojos cerrados pedí quien me puede ayudar… un señor me agarró por el brazo, un joven me ofreció una botella de agua mineral para lavarme, yo no quería sino que me llevaran al baño a un lavamanos… y así fue, con los ojos cerrados y agarrada por ese amable señor y un empleado de seguridad, subí una escalera interminable, hasta llegar a ese lavamanos de cuyo grifo salió abundante agua… me lavé por largo rato…, me lavaron los anteojos, me ayudaron con el amor que da el venezolano a su hermano… y lo cuento porque de no haber sido por ese par de anteojos, yo estaría ciega en este momento.
Corolario: Las botellas de cloro y de lejía, por Ley, deberían venir con aquel tipo de tapas que tienen un precinto que debe romperse para abrirlas. Corrí con una enorme suerte.
Maria Cristina Capriles
Caracas, 17 de agosto 2018